Coco Blaustein. Preservar el patrimonio cinematográfico argentino 25/08/2021 – Publicado en: Blog – Etiquetas: , ,

Por Eugenia Izquierdo y Laura Gómez

 

Este lunes 16 de agosto murió David Blaustein, lo han despedido y homenajeado como un cineasta y un militante, dos categorías y reconocimientos que le corresponden. Ha sido apenas mencionada una tercera dimensión de David: su pertenencia al escaso e imprescindible grupo de directores preocupados y ocupados por la preservación del cine argentino. En su caso, la preocupación superó la declaración de buenas intenciones, en tanto entre el 2001 y 2007 Blaustein se desempeñó al frente del Museo del Cine de la Ciudad de Buenos Aires. Durante su gestión, se empeñó en superar confrontaciones inconducentes, para centrarse en tres ejes que dejaron su marca en el campo: formar profesionales, inscribir a las instituciones argentinas en el campo internacional y dar acceso a las colecciones. Con ese objetivo, apelando a los vínculos entablados durante su exilio en México, convocó al conservador Fernando Osorio Alarcón como conferencista y consultor y organizó junto a la Fundación Cinemateca Argentina el Taller Sobre ruedas FIAF 2004 que dictó Alfonso del Amo en Buenos Aires en junio de ese año. Para garantizar el acceso a las colecciones del Museo, integró las prácticas al programa TIAC y Acceder.

Lúcido y pragmático, durante su gestión se ocupó de la situación de guarda de los diferentes materiales fílmicos, con el asesoramiento de especialistas y en equipo, proyectaron la construcción de cuatro almacenes para positivos y negativos en color y ByN con una capacidad total cercana a los 100 mil rollos de película. Los almacenes serían subterráneos, estarían ubicados en la parcela lindante a la ex sede del Museo [Defensa y San Juan, CABA] y contarían con sistemas de refrigeración y deshumidificación; uno de los almacenes se situaría en condiciones de congelación para acoger a los materiales que hayan sobrepasado el punto autocatalítico de degradación acética. El proyecto del edificio no llegó a concretarse y los programas de acceso remoto no están disponibles.

Además, Blaustein promovió y cultivó «las buenas prácticas»: Alfonso Del Amo destaca en su informe sobre el taller desarrollado en Buenos Aires que David lo recibió en el aeropuerto, señalando además, el «magnífico trato que en todo momento le fue dispensado por los organizadores» rasgo que en el caso de David se extendía al personal del Museo, a los consultantes y a todo quien se acercara con inquietudes o consultas, estos siempre serían objeto de su atención e invitados a participar en la tarea de preservar. Tampoco le escapó a la autocrítica. Osorio Alarcón recuerda una conversación donde Blaustein relata una situación en la que detecta que había “desaparecido” una película donada al Museo, y se cuestiona el no haber atendido las recomendaciones para perseverarla en la producción de un inventario.

Esta condición de rara avis que cultivó David Blaustein, torna aún más necesario reconocer y destacar su esfuerzo y su compromiso; para comprender, aprender y desarrollar la preservación del patrimonio audiovisual argentino.

Ojalá, superado el dolor por su partida, su ejemplo inspire a otros a continuar con la tarea pendiente.

Desde su colección Audiovisual, la editorial le rinde un pequeño homenaje a David «Coco» Blaustein, generoso creador y preservador de nuestro patrimonio fílmico.