Dentro del campo ligado a la construcción del conocimiento, vivimos en una época en la que las verdades absolutas tienden a perder credibilidad y se hace cada vez más visible cierta fascinación por la impostura. Se construye así un ambiente mal delimitado entre un escepticismo que no tiene bases fuertes de fundamentación y una credulidad que parece expandirse más allá de todo límite. En el marco de esta situación, el fraude como simulacro evidente, puede poner en tela de juicio aquello que es admitido como válido por la aceptación de creencias que no parecen tener demasiado fundamento.
Del documento a la ficción: la comunicación y sus fraudes recorre diferentes formas de este derrotero. El fraude se convierte en una vía para reflexionar sobre el modo en que en nuestra sociedad se construyen y se construyeron aquellas propuestas que, al plantearse como más creíbles, parecen ocupar el lugar de la verdad. Partiendo de la estimulante F de Falso (F for Fake, 1973) también llamada Fraude, última película estrenada de Orson Welles, se abarcan múltiples enfoques de diversos aspectos de la cultura contemporánea: medios, literatura, plástica y filosofía.