Al cabo de 24 años de gobiernos elegidos por la voluntad popular, no parece aventurado afirmar que nos alejamos cada vez más de la trágica opción entre dictadura o democracia, que por muchos años agobió a nuestra patria. De modo que es el momento propicio para comenzar a analizar en nuestra realidad otras líneas de conflicto, donde las transformaciones políticas, económicas, sociales y culturales, pasan a ser nuevos requisitos de la estabilidad institucional.
En otras palabras, debemos iniciar el debate acerca de la viabilidad en la construcción de un nuevo proyecto de Nación, autónoma en su determinación estratégica, inclusiva para todos sus habitantes y, por cierto, integrada al mundo.
Una realidad recurrente en nuestra historia, que en poco más de una década nos llevaría de una «Plaza del sí» -con la Plaza de Mayo colmada de gente que aclamaba la apertura de la economía, el desguase del estado y las privatizaciones-, a la plaza del cacerolazo para repudiar las consecuencias de la anterior. Del incumplido salariazo o el pretendido acceso al denominado «primer mundo», a la triste realidad del default y el «que se vayan todos».
Por ello, el ejercicio de la memoria que conlleva el importante Seminario que hemos realizado en agosto de 2007, y cuyo fruto es este libro, resulta de algún modo imprescindible si queremos definir, con el mayor grado de certeza posible, el por qué estamos como estamos y cuál puede ser el camino a seguir.
El golpe militar de 1976 abrió la puerta a un cambio drástico en la distribución del poder social, sentando las bases para el empobrecimiento de sectores populares y medios en beneficio de grandes grupos económicos.
No sólo se profundizaron las asimetrías, se hicieron pedazos las expectativas con que los argentinos habíamos crecido social y culturalmente.
Luego, los acontecimientos traumáticos del 2001 expresaron el agotamiento de ese modelo económico y social, que tuvo un momento cenital en la década del 90. Fue entonces cuando se combinaron las reformas económicas con un discurso antipolítico que reducía la realidad a una mera sucesión de acontecimientos impredecibles y ajenos a nuestra voluntad, al que podríamos caracterizar como una suerte de determinismo del mercado.
Catamarca nuestra patria chica, y el lugar en donde el Seminario antes mencionado tomó cuerpo no quedó al margen de este proceso, aunque con ciertas particularidades. Es una provincia con un potencial cultural, social y económico importante. Los aportes de su gente han sido reconocidos en todo el país. Es legendaria la laboriosidad de los catamarqueños, desde aquellos que poblaron la Patagonia trabajando en los yacimientos de hidrocarburos hasta destacados intelectuales, educadores, artistas o artesanos. Sin embargo, no podemos decir todavía que los catamarqueños contemos con un proyecto de provincia próspera y moderna que, además, nos contenga a todos.
Raúl Caro transcribe en un libro reciente, sobre los escritos de dos eminentes científicos catamarqueños, un artículo periodístico publicado por un diario local en agosto de 1880, o sea, hace más de ciento veinte años, que vale la pena releer.
«Toma formas aterradoras la tendencia que se desenvuelve en nuestra generación a vivir de los empleos públicos, subordinando toda la existencia al mísero sueldo que se gana en las oficinas de la administración».
A mi juicio, el peor escollo para hacer una provincia más moderna y progresista, con menos inequidad social, fue y es cultural; lo que podríamos denominar tal vez, «cultura de la pobreza», que se ha ido sedimentando en el imaginario social como una suerte de legado ancestral, el cual debemos aceptar y mantener con resignación y fatalismo, sin discusión.
Por cierto, esta cultura implica un modo de relación entre la ciudadanía y el estado; prácticas políticas clientelares y liderazgos paternalistas. El resultado es una sociedad conservadora, civilmente pasiva y poco permeable a las políticas innovadoras.
Estas ideas fueron desarrolladas en profundidad, debatidas y confrontadas durante el transcurso de este seminario, que contó con un plantel académico de notable excelencia integrado por historiadores, economistas y especialistas de las ciencias políticas y sociales de nuestra provincia y de distintos lugares del país. Los aportes de todos ellos se reflejan en este libro que nos permitirá reflexionar mejor, conocer con mayor profundidad la realidad de los problemas locales y nacionales, históricos y presentes, en la búsqueda de un porvenir más venturoso para el conjunto de nuestra ciudadanía.
Hernán Colombo