Los trabajadores del tabaco no han merecido hasta ahora la atención de los historiadores de la clase obrera. Por cierto, no basta con que un dominio cualquiera de hechos haya sido desatendido por la “comunidad profesional” para que su estudio quede justificado. ¿Qué podía justificar el estudio de esta minúscula porción del proletariado argentino, sin perjuicio de la mera curiosidad intelectual?
El análisis micro histórico, a la manera de una lente enfocada sobre una parcela de realidad, permite observar con cierto detalle los mecanismos profundos que la dinamizan. En la medida en que este análisis permite a un tiempo constatar en pequeña escala tendencias generales y registrar fenómenos singulares, se constituye en un medio apto para dar cuenta de ese proceso histórico en toda su riqueza y complejidad. Y, puesto que las relaciones de explotación generan en el ámbito de la producción contradicciones que se transmiten a otros niveles de la estructura e interactúan con dinámicas propias de estos, el análisis micro histórico permite dar cuenta del fondo de inestabilidad que dominó buena parte del período en que se inscribe nuestra investigación.
El estudio de un segmento de esta estructura siempre cambiante permite, de este modo, que el análisis gane en profundidad lo que pierde en amplitud. El problema de la extensión y la pertinencia de generalizar, propio de todo estudio de caso, ha de resolverse a mediano y largo plazo con la multiplicación de estudios similares que tomen por objeto otras ramas de actividad, lo que supone alentar un programa de investigación ambicioso que, de un modo u otro, ya ha comenzado a realizarse. Por lo demás, las limitaciones inherentes a todo estudio monográfico pueden y deben ser compensadas en lo metodológico mediante el uso comparado y combinado de indicadores micro y macro sociales.
Estudiar a los trabajadores del tabaco, su ámbito socio económico, su organización político gremial, importa descubrir lo general en lo particular, esto es, establecer el grado en que lo particular expresa y refleja lo general. Así, constatar la temprana subordinación de la industria del cigarrillo a grupos financieros locales y al capital monopólico transnacional, que terminará por absorberla, es ver en detalle la parábola histórica descripta por buena parte de la industria argentina. Más aún, estudiar la industria del cigarrillo equivale a observar de cerca el predominio o la coexistencia a lo largo del tiempo de diversas formas de acumulación de capital, desde los cambios en la organización del trabajo hasta aquellos que han afectado a los propios medios de producción; desde la intensificación de la hora de trabajo hasta la lenta introducción de nuevas técnicas productivas, más próximas al régimen de maquinaria y gran industria, sin desconocer el aprovechamiento más o menos consciente que el capital ha venido haciendo, desde los orígenes mismos de la industria, de las diferencias de género. Es, en suma, ver en detalle las prácticas por cuya mediación la clase capitalista logró, en ciertas coyunturas y no sin resistencia, elevar los rendimientos laborales. Es, por consiguiente, ver en detalle los límites que la clase obrera supo oponer a los avances patronales, tanto a través de las huelgas como de otras formas, más larvadas, de resistencia a la explotación.
Analizar la micro política gremial supone el estudio pormenorizado del papel cambiante que en este lapso ha desempeñado la burocracia gremial, desde la política asumida en el marco del nacionalismo burgués que encarnaba el peronismo hasta el de auxiliar del capital en los procesos de disciplinamiento laboral y ajuste productivo bajo el programa desarrollista de la UCRI.
Pero supone también conocer de cerca el uso que las bases trabajadoras han hecho, durante estos gobiernos, de la herramienta política en función de sus intereses clasistas, ya sea aceptando las reglas de juego de un sistema electoral viciado por el fraude y funcional al sistema de control burocrático instrumentado por el gobierno “desarrollista”, ya sea de un modo “parainstitucional”, mediante el ejercicio de una democracia obrera que supo expresarse en intensa práctica asamblearia.
Finalmente, estudiar a los trabajadores del tabaco a través de la metodología que nos aporta la Historia Oral, aún cuando el análisis se apoye en un número limitado de micro experiencias, nos permite entrever la subjetividad de este grupo de trabajadores. Estudiar la subjetividad supone tomar como objeto de análisis el modo singular en que nuestros entrevistados evocan y valoran acontecimientos que ellos mismos han observado o de los que han tomado parte de manera más o menos directa. Esto es, el modo en que recuerdan estos hechos y su participación en ellos, no el modo en que ocurrieron “en realidad”, si por realidad o materialidad se entiende únicamente los hechos y procesos objetivos que se reconstruyen por conducto de las fuentes tradicionales o legitimadas de conocimiento histórico, con exclusión del modo cómo son percibidos. Ello implica conferir a estas percepciones el status de hechos históricos y permite estimar la distancia cualitativa que separa la subjetividad real del trabajador común de aquella que, desde lo teórico, se le suele adjudicar. En qué medida los juicios y valoraciones de unos pocos trabajadores expresan, siquiera parcialmente, el punto de vista de la clase obrera es materia de discusión. Es cierto que todo punto de vista individual, en tanto se halla sujeto a ciertas determinaciones, expresa o tiende a expresar una visión clasista en forma más o menos opaca, más o menos transparente. Por lo demás, si bien la entrevista en profundidad y el análisis cualitativo pueden de algún modo suplir su escasez, sólo la multiplicación de micro experiencias en grado suficiente podría autorizarnos a emitir juicios conclusivos acerca de la subjetividad de este grupo de trabajadores. Mientras tanto, nos contentaremos con introducir la problemática postulando juicios provisorios.
Sin perjuicio de este largo repertorio de motivos, pero también en estrecha relación con muchos de ellos, creemos que la justificación mayor de los estudios históricos radica en el conocimiento lo más riguroso posible de la realidad social, no por mera preocupación teórica: creemos que la justificación última de toda investigación histórica reside en el conocimiento de la realidad social para contribuir a su transformación. En este sentido, la investigación que ofrecemos pretende ser una modesta contribución a este propósito.