Tres grandes conceptos construyen el presente libro: la historia, el cine y Hollywood, entendiendo a este último como un enorme aparato generador de expresiones que a veces son artísticas, otras meramente pasatistas y todas, definitivamente, comerciales.
Tomando un caso particular, la Segunda Guerra Mundial, Visiones gratas del pasado propone otra manera de mirar, no sólo el cine, sino también la historia. La lucha contra el fascismo generó una valoración y autoestima en el ciudadano estadounidense que surgía de la supuesta congruencia entre ideales y una práctica de Estado: la nación se había manifestado, en los hechos, como un reservorio de la democracia frente a la agresión belicista de las tiranías fascistas. Es evidente que Estados Unidos se involucró en la guerra por intereses más oscuros que los abiertamente invocados, por cuanto debía modificarse el natural (para ese período) aislacionismo estadounidense, por una mirada proclive a la intervención. Es por ello que el gobierno reforzó los sentimientos espontáneos de patriotismo a través de la propaganda, utilizando los modernos medios de comunicación masivos (el cine incluido), para crear el consenso necesario que convenciera a millones de estadounidenses de la justicia de pelear esa guerra. A la vez estos dispositivos de propaganda, se transformaron en instrumentos de disciplinamiento social, que junto con variados mecanismos de represión interna, constituyeron una de las transformaciones cualitativas que la Segunda Guerra introdujo en Estados Unidos.