En los últimos años, la diversidad religiosa en la Argentina ha alcanzado una alta visibilidad en los medios de comunicación y en los espacios públicos. Los encuentros multitudinarios de meditación al aire libre, el crecimiento de grandes iglesias (neo)pentecostales, la popularización de literatura religiosa de consumo masivo, y la atención mediática de devociones populares como la de San La Muerte son solo algunos de los rasgos más ostensibles de la pluralidad de experiencias de lo sagrado que conviven, de manera no siempre armónica, en el país.
Como señala en el prólogo Susana Bianchi, en Argentina «el campo religioso es de una notable y compleja diversidad. En rigor, siempre fue así». En un territorio que desde temprano ha sido cruzado por viajeros de todo tipo, la presencia de misioneros, profetas, migrantes y peregrinos, que entablaron distinto tipo de relaciones con los habitantes locales, propició el desarrollo de un amplio abanico de formas de experimentar lo religioso. Esto plantea la necesidad de buscar instrumentos para dar cuenta de esa pluralidad a lo largo del tiempo y el espacio.
El camino para estudiarla parece ser el de la diversidad (metodológica en este caso) y el diálogo entre disciplinas. Los once capítulos que constituyen esta obra dan cuenta de ello, y proponen pensar y explorar esas diversidades recurriendo a un extenso arsenal de herramientas metodológicas (interpretación de fuentes históricas, análisis de historias de vida, trabajo de campo, entrevistas, etnografías, observación participante). Ninguna en forma exclusiva, sino complementarias las una de las otras, dado que preguntas distintas producen respuestas diferentes.
Resultado de los diálogos, intercambios y discusiones del Grupo Interdisciplinario de Estudios sobre el Pluralismo en la Argentina (GIEPRA), Experiencias plurales de lo sagrado propone una exploración de parte de la diversidad religiosa argentina en su amplia extensión histórica y geográfica.