Artigas se sumó explícitamente al proceso liberador iniciado en Buenos Aires adhiriendo a las consignas de la primera hora, las que serían puestas en práctica y enriquecidas bajo su dirección por el pueblo oriental reunido y armado. En este sentido, el eje en torno a la lucha antiespañola nunca dejó de estar planteado, constituyendo un componente relevante de la visión estratégica de Artigas, quien debió sin embargo ajustar sus tácticas en virtud de la amenaza -transformada luego en invasión- de otro colonialismo, el portugués, que se constituyó hacia 1816 en el enemigo principal de la libertad por la que venían luchando los orientales. Lo cual ocurriría a favor de la inacción primero, y la complicidad después, del Congreso de Tucumán y los directorios de Pueyrredón y Rondeau, quien hacia 1919 invitaría al comandante de las fuerzas lusitanas a «acometer al enemigo común».
Asimismo, desde la perspectiva del artiguismo, para llevar adelante la lucha anticolonial, ya fuera contra España o Portugal, era necesario además construir un sistema democrático de unidad e integración de pueblos y provincias, diferente al centralismo hegemónico practicado por la aristocracia de Buenos Aires, el cual tendría por corazón la plena vigencia de la soberanía particular de los pueblos, que debían darse vida política constituyendo sus gobiernos inmediatos, y sobre esta base establecer una liga defensiva y ofensiva que sumara todas las fuerzas disponibles para la lucha contra los colonialismos, al tiempo que prefiguraba una futura confederación.
Además de ser un gran dirigente político anticolonial, Artigas fue también un importante reformador social, bastando para fundar esta última caracterización su crítica práctica del viejo orden virreinal, tal como se expresa en la expropiación y reparto de muchos grandes latifundios –bajo el principio de que «el más infeliz fuera el más privilegiado»- y en las políticas activas que impulsó para incorporar al indio a la lucha, sobre la base de reconocer que los originarios tenían «el principal derecho».
En consecuencia, se puede afirmar que la interpretación de la historia argentina del período (y también algunas versiones de la uruguaya) varía, sufre un desplazamiento, reposicionando de hecho a sus actores y prácticas, al incluir a Artigas en ella, incorporando en plenitud su poderosa influencia en los sucesos de la época.