Hace ya más de cuarenta años Saúl Karsz advertía: «para conocer a Althusser hay que leerlo». Esta sencilla afirmación adquiere para nosotros una resonancia particular. Luego de que sus intervenciones ocuparan un lugar destacado, tanto en el marxismo como en la escena del pensamiento francés durante veinte años, las reflexiones de Althusser fueron acalladas.
En ese contexto, se fue moldeando un Althusser esquemático, leído de forma fragmentaria y susceptible de ser reducido a unos términos en los que su liquidación teórica se convertía en una cuestión sumaria. Así, referencias halagadoras u ofensivas, tienen un punto en común: la manera en que resuena su nombre en ellas, sugiere que los textos de Althusser han dejado de ser leídos. En el reconocimiento que se le otorga a la obra de Althusser en muchos espacios académicos, lo que sobrevivió no es más que su imagen esquematizada. A través de esta matriz dominante, hasta sus contribuciones más destacadas no pueden ser más que un capítulo terminado –es decir, cerrado pero también perimido– del pensamiento del siglo xx.
Lecturas de Althusser busca sumarse a las voces disonantes en torno a este escenario y recuperar el pensamiento vivo del filósofo francés. Cada capítulo es el producto de una trayectoria particular, en la cual su autor se cruzó con los textos del pensador marxista para hacerlos jugar en una constelación de preguntas y referencias diversas. Todos participan del mismo desafío: leer a Althusser hoy, en una época en dónde se pretende conocerlo evitando leerlo.