El libro relata la experiencia de un grupo de militantes del PRT-ERP que salieron del país en 1976 ante la ofensiva de la dictadura militar, para afincarse en un pequeño pueblo del Piemonte italiano «Naviante». Allí crean una escuela de formación de cuadros en el marco de una suerte de vida comunal con sus familias con un objetivo: volver para continuar la lucha. El testimonio es importante porque no solo brinda elementos para pensar la cultura política y las prácticas de la organización, sino también para poner en negro sobre blanco que no todas las experiencias de exilio en esos años están marcadas por la descomposición y la decadencia.
Allí se vinculan con una pluralidad de organizaciones de izquierda, sindicatos y viejos combatientes antifascistas que ven en sus camaradas argentinos la continuidad de sus luchas. Italianos que en el crudo invierno del Norte de Italia, dejan en la puerta de estos conosureños ropa y comida, obreras textiles que juntan dinero de su jornal para colaborar con una causa lejana, militantes que salen en defensa de sus compañeros sudamericanos ante los embates de la policía y la derecha. Los seres humanos somos injusticia, degradación e individualismo, pero también entrega solidaria, mano tendida y desinterés. Quienes protagonizan por decirlo, quizá, en términos teatrales Tributo a Naviante no son héroes homéricos: son mujeres y hombres del pueblo llano, que no dudaron en tender su mano solidaria cuando hizo falta.